lunes, 14 de marzo de 2011

RELATOS EN CADENA, Lara Hernandez Abellan

LA CARA B

¿Por qué me mira así?
Resulta extraño sentirme observado tras haber pasado por esta vida siendo un hombre invisible. Aún no me he acostumbrado a ser este otro.
Hubo un día, no hace tanto, que quise saber que se siente cuando todo el planeta sabe quién eres. Busqué la manera más fácil o quizás la más cobarde. Lo mismo tiene. Nunca pensé en que no me gustase. Ni me preparé para encontrarme con esto, con decenas de ojos que me odian fijos sobre un cristal que les muestra mi agonía.
Es curiosa la fama hasta para un asesino como yo. Hay que saber llevarla…


LO QUE NOS SEPARA

¿Por qué me mira así? Acaso no sabe que ya no soy aquella que temblaba al notarlo, que todo acabó hace demasiado y que ya nada volverá a ser nuestro de nuevo…
Juega conmigo porque me conoce mejor que nadie e intuye mis nervios por los movimientos torpes y ridículos que estoy haciendo sin querer. No debo haber cambiado nada en estos años grises sin él, tan sólo soy otra en las arrugas y en esta cordura fingida con la que quiero demostrarle mi indiferencia.
No sé por qué me mira, pero como entonces, sé que me moriría si dejase de hacerlo.

ENTRE CUERDOS
¿Por qué me mira así? A la primera oportunidad que tenga de hablar con mi médico le digo que es un error, que yo no debería estar aquí. No hay más que fijarse en esta chica con esa mirada de loca y verme a mí. Menuda encerrona por unos kilos de menos y por darles aquel sustillo con las pastillas. Estoy perfectamente, mejor que nunca diría, ellos son los que no entienden nada, nunca lo han intentado siquiera…
Entre tanto desde la cama de enfrente alguien se pregunta: ¿Por qué me mira así? Yo no debería estar en este sitio, es de locos…


EL MARCO DE MI SONRISA
¿Por qué me mira así? Hace años que cesaron los flases, no así las miradas que me desnudan desde la distancia impuesta. Todos esperan como él, descubrir el secreto de mi sonrisa, de mis ojos, de mi vida...
Después de tanto tiempo siendo un famoso enigma he llegado a olvidar la manera de resolverlo y hay días en que me pregunto si aún soy aquella Lisa Gherardini que decidió posar para su vecino.
Se aleja de mí sin saber nada nuevo. Creé que sí y comentará durante años su visita a la Gioconda. Si decide volver algún día, casi seguro que lo esperaré sonriendo.

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