martes, 13 de abril de 2010

ALICIA II

El espejo
Por Clara Sánchez

Hay un salón delante del espejo y otro detrás. En el de detrás todo funciona al revés, la realidad se ha invertido y Alicia se siente extraña, tiene que interpretar cada cosa por primera vez. ¿Quién no se siente como Alicia alguna vez al día? ¿Cuántas veces caemos en el mundo al revés sin darnos cuenta? Como el enorme y monstruoso Polifemo que se inclina sobre su espejo, el mar, en un día en calma y se encuentra hermoso. Narciso va más allá aún y se enamora de sí mismo hasta morir. No de sí mismo, sino del que tiene enfrente que es y no es él y que además está en otro sitio: en el agua. Parece que hemos venido a este mundo con un espejo en el cerebro, que es la proyección del yo en las cosas. En las aguas, en las piedras pulidas, en el metal brillante o en el cristal hemos buscado nuestro reflejo desesperadamente. Y a veces más que mirarnos nos asomamos a sus reflejos para descubrir el futuro o para liberarnos de nuestra pequeña realidad.
La mitología está llena de aguas mágicas que actúan como puertas a otras dimensiones desconocidas y lo mismo ocurre con los espejos mágicos, donde se pretende encontrar los lados ocultos del espacio y atravesar la frontera del tiempo. Desde los celtas, a los orientales, pasando por los griegos, todos han encontrado en el espejo la forma de viajar al otro lado de la realidad. Como Alicia, que cuando mete las manos en el espejo, éste se deshace como el agua. Qué audacia la de hacer que la niña atraviese el espejo físicamente, aunque al final la mente lógica y científica de Carroll lo convierta en sueño. Hoy por hoy no existe mejor espejo que el sueño para liberarnos del mundo al derecho.

Clara Sanchez

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